Ventanas


Hay días en que disfruto caminar por las veredas del barrio Guadalupe a eso de las seis siete de la tarde y fijarme en los vecinos que están dando vueltas por ahí. Tienen la costumbre de ser siempre gente mayor. Nunca falta el matrimonio de viejitos que está sentado en el frente de su casa, mirando los automóviles ir y venir, la gente ir y venir, la vida irse con todo ese movimiento...y ellos, ahí sentados, tomando mate, como si en esa acción se detuviera la vida o permaneciera inamovible, como en una fotografía. 

También está el viejito de mitad de cuadra, que siempre lee el diario y lo acompaña un perro con pinta de querer ir detrás de los chicos que cruzan a toda velocidad la vereda, en sus bicicletas, y perseguirlos a toda carrera. También está el viejito buena onda que se pone a charlar con cada persona del barrio que pasa por ahí. Y cómo olvidarme de la señora que se pasa horas barriendo las hojitas del árbol de la esquina, que desparramadas por el viento, llegan siempre hasta la entrada de su casa, para agregarle un quehacer más a las tareas diarias.

Otras veces, en vez de largarme a la caminata como quien no tiene nada que hacer..., miro a través de la ventanilla del colectivo, y observo la arquitectura de las casas. Siempre me intrigaron los jardines de éstas, las plantas y enredaderas cubriendo todos sus muros. Cuando era más chica, cada vez que veía un muro cubierto de hojas, imaginaba algún jardín secreto como el del libro...qué lindo debe ser  encontrar una  especie de paraíso perdido o escondido, esperando a ser hallado por nosotros. (Para mí un tipo de paraíso escondido se encuentra en cualquier libro que podamos leer por azar). 

Cuando miro esas casas, y el color del cielo comienza a oscurecerse, se puede apreciar alguna que otra habitación con su ventana descuidadamente abierta, mostrando su interior al mundo. Más de una vez encontré a algún hombre de mediana edad con los anteojos puestos, y a su lado, la infaltable taza de café, con aire de cansancio y de concentración, y la vista fija en algún texto...otras veces escribiendo algo, quién sabe...tal vez organizando un trabajo que quedó sin terminar, o alguna historia que quedó sin final... Otras veces me topé con ventanas de dejaban ver una biblioteca en contra de una pared, solitaria. Con libros que juegan a ser parte del paisaje hogareño. (Nunca me pareció soportable la idea de una casa sin libros...De hecho, siempre disfruté de sobremanera aquellas casas donde lo primero que me recibió fue una pared plagada de libros. Una vez me tocó conocer una casita donde a falta de estanterías, los libros, adornaban el suelo formando hileras de historias, de teorías, de ficciones, de discursos...Por suerte las personas que vivían allí habían leído la mayoría de aquellos, y no sólo eran parte de la arquitectura de la casa.) 
Singularmente, me atrae mirar a través de esas ventanas de desconocidos donde parece habitar la soledad. Siempre se ven esas casas donde se puede ver alguna madre y su hijo a la mesa, o algunos niños haciendo la tarea con la televisión encendida. Pero siempre me sedujeron mucho más las imágenes de ciertas casas donde sólo se ve una habitación con una sola persona, que no sabe que está siendo observada. Es es momento en que están sumergidos en su mundo, en algún texto...creyendo estar totalmente aislados del Universo. 
Es increíble todo lo que uno puede observar si se detiene en algún instante. Por eso disfruto tanto viajar en colectivo cuando va cayendo la tarde, por los barrios de esta ciudad en que vivo.

Comentarios

Dani.. ha dicho que…
Me gustó mucho tu historia Bris
En ocasiones suele pasarme lo mismo.

Quizás dentro de unos 15 días tenga la ocortunidad de conocer tu barrio Guadalupe ya que dispondré de unos días libres...
Y mi vecino camionero suele hacer viajes a ese lugar...
Ovbiamente te avisaré para darnos un abrazo y tomar algunos matesss

Te envío mi abrazo.
Dani..
Bris ha dicho que…
:) Qué bueno que comentes amigo!! te envío un abrazo!