Mutilación




La idea es despojarse de todo aquello que nos ata a algo externo. Entonces me voy arrancando el cabello, pelo por pelo, así queda mi cráneo al descubierto. ¿Qué sigue? tal vez continúe arrancándome los pechos, para así poder quedar plana y firme a cualquier lanza mirada que me quiera herir. Pero con eso no alcanza, debo arrancarme los muslos, que están blandos al punto justo, eso les gusta...que tengamos buenas piernas, sin celulitis, pero con carne, no demasiada, que una parezca gorda. Así, ya estamos...sin cabello, sin tetas, sin muslos...ya no tienen qué mirar...¿pero qué digo? me queda la cintura y la cadera, me quedan los glúteos y la cara. Vamos poco a poco, empiezo por quitarme la cintura, que no es finita, como se desea, pero junto a mi cadera ancha, conforma una silueta más o menos proporcionada. Sigo por arrancarme los glúteos...esa cola que perfecta no es, pero que así y todo, produce saliva en viejos verdes. ¡Qué asco me dan! todos...viejos, jóvenes, pendejos...como si un culo revelara los secretos del alma...¡estúpidos! me queda mi rostro, mi supuesta identidad, la careta con la que me enseño al mundo. Me quito la nariz, total no me gusta, excepto las pecas que la recubren. ¡Qué simpática mi imagen sin nariz! me voy convirtiendo en mi futuro aspecto, después de muerta. Pero me quedan los labios y los ojos. Lo demás no importa. Fue por mi boca que un par de pibes cayeron "a mis pies". Ja! sí, creo que lo más lindo de mi cara son mis labios gorditos y colorados. ¿Para qué me sirven? Si ya nadie puede quererte sin lo externo,¡que nadie me quiera! Me quedé sin boca, pero todavía veo. Me gustaría quedarme con los ojos, porque aunque sean re comunes, son sinceros. Lo único sincero que me quedaba. Pero no. Me los quito, asi nadie puede leer mi verdad. Ya está. Quedé sin cara, sin torso ni silueta...sigo siendo una mujer en los huesos, en la mente. ¿Pero a quién le importa? Soy consciente que en este mundo frívolo, las apariencias son el mayor consumo de la sociedad. Los hombres consumen apariencias que luego creen amar. ¿Pero qué pasa cuando una comienza a hablar? Para ellos seremos eternamente unas histéricas, unas depresivas, unas bipolares. La psicología tiene todas las preguntas a los "no te entiendo, no te soporto". Cuando queremos llegar a un acuerdo, y damos vueltas para poder dejar en claro las cosas, somos las que "rompemos los huevos", las indecisas. Las "decidite, nena". Claro, porque los hombres tienen muy pocas cosas fijas.  El sexo, por ejemplo. Pero ¿qué cosa del sexo? ¿Las partes femeninas, o su propio falo impaciente? ¿A dónde queda la admiración por ese otro que está en frente? No existe, es todo una máscara...el amor y la pasión. Todo se soluciona con sexo, y la carne es tan débil que disponemos de nuestro sexo para un supuesto placer mutuo. Nos dejamos manipular por sus buenos tratos y sus palabras acarameladas. Yo caí, y estoy rota. El amor que me contaron me sedujo, y parte de mi vida se la debo a él. Pero no quiero ser mujer. ¡No quiero ser la musa de nadie, que los parió!
Es una cruel mentira eso de la liberación femenina. Seremos siempre las equivocadas, las locas, las egoístas y crueles. Sí, crueles serpientes que con nuestros encantos, hechizamos a cualquier pelotudo que se nos pase por adelante. Y si somos antipáticas a sus chistes sin humor, somos unas malcojidas. Si nos reímos de sus estupideces, somos idiotas y no pensamos. Siempre seremos las yeguas, las prostitutas. El castigo que tenemos las mujeres es la belleza que poseemos, sea belleza física o de carácter. Siempre salimos perjudicadas. Excepcionales son los casos donde la mujer obtiene lo que quiere sin ser atacada. En realidad estoy mintiendo, no conozco una sola historia de alguna mujer que no haya sido atacada, envidiada, calumniada, ada, ada...Me tienen cansada. Las mujeres también. Una tiene que ser perfecta hasta en sus propias imperfecciones. Te dicen :"Sos una loca linda". ¿qué carajo querés decir? ¿que me tenés ganas aunque esté loca? A veces me gustaría haber nacido fea, o de otra especie. No sé...tal vez haber nacido planta. En una época, me tragaba todas esas historias de princesas y de que debía convertirme en una. En el sentido matafórico, claro. Pero viví mucho tiempo en esa estupidez. Quería casarme y tener hijos, y estudiar y trabajar, porque me consideraba capaz de todo eso. Ahora no sé si quiero reafirmar mi femineidad. Porque para mí de eso se trata la maternidad. Único privilegio de la naturaleza femenina. Y uno se pregunta hasta qué punto. Pero la verdad es que los hombres no pueden tener una persona gestándose dentro de su vientre. Dudo que eso nos haga mejores, ¿quién habla de superioridad? el problema es que somos las mujeres, más allá de la ética y la religión, las que decidimos sobre las futuras generaciones. Entonces, ¿por qué esa vileza masculina, en querer poseer el cuerpo de la mujer, a toda costa?
Si destrozo aquello que me ata al placer de los hombres, ¿habré logrado mi objetivo? ¿puedo decir que no hay nada en mí que me ate al mundo externo?

Comentarios

Diego Planisich ha dicho que…
Mutilaste más que un cuerpo en estas palabras... "Al quedarte sin nada te quedaste con todo". Buen descargo el que leí.

Saludos.

(al principio me hiciste acordar al video de Robbie :P)