No sé si podría nombrar esta entrada


500 days with Summer



Tenía ganas de escribir un poco, alguna pavadita, ya que se termina el domingo y estoy aburrida. Tenía ganas, también, de leer alguno de los tantos libros que tengo apilados en la mesa de luz,que me sirven para cuando ando con insomnio o algo por el estilo, porque a mí nunca me falta el sueño. Primero escribo. Eso es seguro.
Ya que estamos, les cuento que tengo ganas de tomar alguna bebida alcohólica, una copita de vino, algo nomás, un sorbito. Es una necesidad, creo. En cualquier momento me levanto de la silla y voy hasta la heladera para ver qué hay. Creí también que tenía hambre, y me terminé las últimas galletitas del paquete. Las más feas. Solamente estaban las que tienen una especie de membrillo encima, que se parece más a una goma indescriptible que se te pega a las muelas y te las tenés que sacar con los dedos. Sí, ya sé que es desagradable. Pero a veces lo hago. Seguro que lo hicieron alguna vez.

Primer corte de lo que estaba diciendo: Ayer vi la peli El Rito. ¿La vieron ya? Me re gustó, hacía rato que me la habían recomendado, pero recién ayer  la pude ver, y me gustó mucho. A veces tengo ganas de ver ese tipo de películas y no esas románticas/cursis/melosas/irreales/etc. que generalmente me gustaba ver. 


Segundo disparate que corta el hilo de lo que venía diciendo, pero que a fin de cuentas, se relaciona con lo primero de todo: Estaba pensando esta tarde, que antes, mucho antes, pensaba que en el amor uno siempre sabía lo que hacía. Por ejemplo, solía pensar que uno sí elige de quién se enamora, y no era como se dice generalmente. Pero, después de un tiempo entendí que en realidad, hay algo en el fondo, que sea lo que sea (alma, corazón, inconsciente o líbido, gustos preferencias, o todo ese rejunte) nos limita el panorama que hay allí, el resto del mundo. Y quizás no haya una única persona que nos agrade, nos cautive, nos robe el pensamiento y nuestro equilibrio. Quizás haya más de una, y sin embargo, no lo admitimos. Nos incomoda darnos cuenta de eso, y lo intentamos esconder en nuestra mente, como una necesidad evitable, pero que con el tiempo se va extendiendo. Como la sed de una copa de vino. Lo que me pregunto en este momento, es si les pasa a todos. Me gustaría saber si soy esa copa de vino de alguien, que no sea mi novio.
En definitiva, a veces me conformo con la idea de que no soy la única persona que se volvió loca por otra persona. Creo que yo también perjudiqué la salud mental de otra persona. Y ahora, la pregunta del millón: ¿eso qué es? ¿Sólo atracción?




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