La distancia es un oasis, una forma de mentir.

El deseo sigue un curso paralelo,y la historia es una red y no una vía.

                                       (El otro engranaje, Drexler)

Pareciera  que las cosas no cambian. Yo creo que sí, pero que los cambios son lentos y suaves. La tristeza está en la puerta de mi casa. Estoy entristecida aunque el sol de la tarde ya aparezca por las rendijas de la ventana, y haga como que me acariciara el pelo. Tengo las manos frías, y vos entendés qué significa eso. No sólo significa que tengo la sangre lenta como la razón, sino que a mis manos le hace falta una caricia tuya. Y no la cálida, del sol. Necesito de tu abrazo, ese que quedó huérfano tantos besos atrás.
Ayer pensé en los momentos felices que tuve alguna vez en mi vida. Yo creo que por eso estoy triste, porque decidí retornar al pasado, como si eso se pudiera cambiar, como si de algo sirviera. Pero no es que quiera, no lo hago adrede. Yo sé que hay que querer estar bien, para conseguirlo. Pero no tengo ganas de estar bien, si mi alrededor es un caos. Veo tristeza por muchos lados, veo lágrimas que me mojan, a mí. 
Por otro lado quiero olvidar y no puedo (o no quiero?)
No debería haber aparecido otra vez. Pero acaso, ¿tiene la culpa? No se puede mandar al deseo. No se puede. Y yo no necesitaba más que nada, una nada, para volver a caer.
Débil, bien débil terminé siendo. Soy la misma de siempre.

Olvídame,
esta zamba te lo pide.
Te pide mi corazón
que no me olvides, que no me olvides.

Deja el recuerdo caer
como un fruto por su peso.
Yo sé bien que no hay olvido
que pueda más que tus besos.

Yo digo que el tiempo borra
la huella de una mirada,
mi zamba dice: no hay huella
que dure más en el alma

(Zamba del olvido, Drexler)